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Rina Romero

Rina Romero

Rina Mariela Romero Braga tiene 58 años de edad, vive en la localidad de Curticeiras (departamento de Rivera), a 13 kilómetros de la ciudad de Rivera.

Su niñez y adolescencia

Rina es la menor y única mujer de cinco hermanos; nació en la 8ª Sección del departamento de Rivera, en el pueblo —hoy villa— de Vichadero. Su madre se ocupaba de las tareas de la casa y su padre era tropero; tropeaba para La Tablada: en aquel entonces se arrimaba el ganado hasta Melo, donde se embarcaba en tren para llevarlo al frigorífico e iban a entregarlo, para luego volver con sus caballos en el mismo tren. Para mantener a su familia, su padre realizó además varios trabajos vinculados al campo: fue peón rural y también hizo el famoso “camino de los quileros” (el camino de los contrabandistas en la frontera).

A sus dos años de edad, se trasladó junto con su familia a un establecimiento rural ubicado en la localidad de Moirones, también en el departamento de Rivera, donde su papá trabajó como encargado.

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Rina Romero

Concurrió a la escuela rural nº 23 de ese centro poblado, ubicada a 8 kilómetros de su casa, distancia que Rina recorría todos los días, sin más compañía que su petisa tobiana, siempre con la alegría de vivir en el campo. Cursó sus estudios secundarios hasta sexto año en la ciudad de Rivera.

 

Rina valora que “siempre mantuve el vínculo con el campo, en especial con mi padre, que me enseñó muchísimas cosas que con el tiempo serían la base de mi trabajo junto a mi familia en las tareas rurales. Él fue quien me incentivó a seguir su trabajo, tanto que al cumplir dieciocho años me regaló unas vaquillonas y una puntita de ovejas y me dijo que era para que yo comenzara”.

La familia que conformó

Con su esposo, se conocieron estudiando, pero él también era del campo. Rina cuenta que “luego de casarnos nos fuimos a vivir a su zona, Villa Indart, sobre la línea divisoria con Brasil, donde mi esposo creció y concurrió a la escuela; allí también nacieron mis hijos”. Tienen cuatro hijos (tres mujeres y un varón) y cuatro nietas. Hoy, viven con ellos en el predio, dos de sus hijas, su hijo, dos nietas que hacen la escuela agraria y una pequeñita de año y medio; su hija menor vive y trabaja en Tacuarembó y tiene una bebé.

Cuando sus hijos tuvieron la edad escolar, se mudaron a Curticeiras, dado que era más accesible el camino hasta un centro de estudios. Allí asistieron a la escuela rural: “hacían tres kilómetros a caballo todos los días. Hasta hoy, cuando se juntan, reviven anécdotas de esa época tan significativa para toda la familia por estar mucho tiempo juntos y poder acompañarlos en casi todas las cosas. Luego de culminar la primaria, comenzó el vuelo de casa, mis hijos se fueron a la ciudad a culminar sus estudios y capacitarse”, recuerda emocionada.

Estudiaron en escuela agraria, culminando también cursos superiores, para volver al campo después. Para Rina fue muy reconfortante tenerlos de nuevo. Destaca que sus hijas e hijo “siempre nos ayudaron en las tareas del predio, desde el campo a cultivos de chacra y quehaceres de la casa. Aprendieron todas las tareas, desde andar a caballo a manejar un tractor. Así conocieron bien nuestro trabajo y supieron valorar todo lo que se conquista. Hoy me enorgullece decir que mis nietas mayores demuestran el mismo amor por nuestro campo y colaboran en las tareas, como lo hacían sus mamás”.

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El emprendimiento productivo

La familia posee 70 hectáreas en propiedad y, desde no hace mucho tiempo, son colonos con un grupo de 14 familias productoras familiares, en un predio de 735 hectáreas.

 

Siempre se dedicaron a la ganadería, “pero como tenemos un pequeño predio y nuestros hijos requerían más gastos, incorporamos el rubro tabacalero, con el que solventamos todos sus estudios; luego agregamos el rubro hortícola con la construcción de un invernáculo, el avícola se incorporó también unos años atrás, con gallinas de postura. Además, elaboro dulces y conservas”, detalla. Actualmente, su hijo continúa cultivando tabaco.

El trabajo cotidiano en el predio, lo realizan en conjunto su esposo y su hijo, cubriendo todos los rubros, porque las hijas que viven en el predio “trabajan afuera casi todo el día”. Cuando deben realizar tareas en el predio de los colonos, se turnan y va uno de la casa.

 

Rina se encarga de las tareas de la casa, junto con la de abuela; también realiza tareas productivas, pero “cuando me necesitan, cuando me pegan el grito”.

Rina Romero

Su experiencia de participación

Rina tiene una larga trayectoria de participación en colectivos. En 1998 comenzó a participar de un grupo de mujeres rurales; en 2007 fundó junto a otros productores y productoras rurales, la Asociación de Pequeños Productores Familiares de Rivera, que funcionó hasta el año 2018, cuando la asociación se reconvierte en la Sociedad de Fomento Rural de Curticeiras.
 

Mujeres rurales de la SFR de Curticeiras, participan en actividades locales y nacionales

Rina Romero
Rina Romero

Destaca que la participación colectiva “fue y es un proceso de aprendizaje continuo, que posibilita el acceso a muchas herramientas que viabilizan más la vida en el campo, no solo a nivel económico, sino también social”.

 

Cuando conformaron la asociación y luego la sociedad de fomento rural (SFR), les costó llevar la administración, “sobre todo porque que no teníamos mucha práctica en la administración de libros con actas y asambleas, pero fuimos logrando cosas juntos, que no nos imaginábamos”. Con el trabajo colectivo “nos dimos cuenta que éramos más fuertes unidos, por ser productores chicos. Hoy tenemos un grupo sólido que posee tierra, maquinaria y una comercialización hortícola, que eran los objetivos básicos en la formación como organización. Seguimos siempre luchando por otros objetivos que van surgiendo”.

Resalta la importancia de participar: “la participación nos trae una experiencia única, porque ese grupo se va transformando en una gran familia que nos posibilita llegar a metas sólidas. Me siento útil, entrego gran parte de mí a cambio de un trabajo para todos en común y cuando vienen los resultados que benefician en general, ese es el mejor pago del esfuerzo. No es el pago económico el que reconforta, sino la satisfacción de los compañeros”.

Actualmente, Rina se proyecta en la continuidad del trabajo colectivo en la SFR, “pero también acompañando un relevo generacional, porque ese es el cometido de ir pasando conocimientos, experiencias y vivencias. A la vez, hay que ir actualizándose a la par de los cambios. Espero que la organización perdure en el tiempo, sumando objetivos o propósitos en general que le lleguen al productor con buenos resultados”, anhela.

Rina Romero

Reunión de la Comisión Directiva de la SFR Curticeiras

“La participación es una experiencia única, el grupo se va transformando en una gran familia que nos posibilita llegar a metas sólidas”

Su vínculo con la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR)

“Mi vínculo con la CNFR, inicialmente fue como integrante de la SFR de Curticeiras y luego como integrante del Consejo Directivo, como consejera”. Comenzó luego que su organización se afiliara a CNFR y Rina comenzara a participar de talleres y reuniones. “Es un proceso muy valioso, ya que poco a poco llegamos a participar e interactuar en la toma de decisiones, estando como enlace entre la organización de base y la CNFR”.

Rina Romero
Rina Romero

Rina participa activamente en las sesiones del Consejo Directivo de CNFR y en la

Comisión de Mujeres referentes del Sistema de Fomento Rural

Mensaje para productores y productoras familiares, especialmente para las mujeres y los jóvenes.

“Hay algo que creo que tenemos todos los pequeños productores en general: mujeres, hombres y jóvenes, que es el amor a nuestra tierra, por lo que hacemos. Sino no estaríamos donde estamos, ya que las cosas se nos ponen duras muchas veces y no aflojamos. Eso lo transmitimos a nuestros hijos e hijas, es lo que nos lleva a luchar en busca de recursos y estrategias para que continúen en el campo, para que tengan posibilidades de salir a capacitarse y tengan medios suficientes para volver y desarrollarse en el campo.”

 

“La lucha de la mujer por su empoderamiento no es fácil, ser independiente sin dejar de ser una más en el núcleo familiar que tira a la par y no una competidora. Para mí se trata de conquistar espacio propio, sin dejar de integrar un espacio en conjunto. No es separación, sino sumar. La mujer resalta su valor e igualdad.

Se han conquistado muchas cosas, pero la lucha continúa, porque aún hay mucho por hacer en género y juventud, en especial. Para eso nos necesitamos, estar juntos y juntas a la par en ese andar”.

“El amor a la tierra que sentimos los pequeños productores, nos lleva a luchar para que nuestra juventud rural se capacite y pueda desarrollarse en el campo

“Se han conquistado muchas cosas, pero aún hay mucho por hacer en género y juventud; para eso tenemos que andar juntos y juntas a la par”

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